¡Buenos días a todos y todas!
Mi nombre es Marta Alonso, alumna de 2º de
Integración Social. Hoy tengo el placer de inaugurar esta nueva sección del
blog en la que destacaremos la vida de mujeres célebres
para reconocer los logros que han llevado o están llevando a cabo y que, en
muchas ocasiones, no han sido reconocidos debido al contexto histórico y
cultural en el que se desarrollan sus aportaciones.
Me gustaría comenzar presentando a una mujer que ha sido destacada por
su liderazgo al frente de las luchas sociales a nivel internacional, Rigoberta Menchú.
A pesar de no ser muy conocida, Rigoberta, además de defensora de los
derechos humanos, es embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, ganadora del Premio
Nobel de la Paz (1992) y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación
Internacional.
Su padre fue un campesino indígena activista en la
defensa de las tierras y los derechos de su pueblo, su madre era una indígena
partera y varios hermanos y amigos suyos
fallecieron por trabajar en pésimas condiciones, por lo que Rigoberta
desde muy pequeña conoció las injusticias, la
discriminación y la explotación a la que son sometidos los indígenas de
Guatemala que viven en la pobreza extrema.
Durante la Guerra Civil de Guatemala muchos indígenas, incluyendo los
propios padres de Rigoberta, fueron torturados y asesinados y ella, en lugar de
unirse a la guerrilla como la gran mayoría de la población, decidió iniciar una
campaña pacífica de denuncia a la sistemática violación de derechos que sufría
esta población, añadiendo la dimensión de denunciar
la situación de la mujer indígena en Latinoamérica.
Y
no solo eso, Rigoberta Menchú se involucró en 2003 con las industrias
farmacéuticas para promover los
medicamentos genéricos a bajo precio y durante muchos años aseguró este
derecho en Guatemala, que a día de hoy alberga todavía un elevado porcentaje de
población que vive por debajo del umbral de la pobreza. Esto dejó de ser
posible cuando el dueño de una de las farmacéuticas más conocidas eliminó la
participación de Rigoberta en este sector por imposibilitar su enriquecimiento
económico.
En
la actualidad Rigoberta tiene 56 años y sigue desarrollando programas de
educación, derechos humanos, participación ciudadana e iniciativas de
autodesarrollo.
Rigoberta
es un ejemplo a seguir para todos nosotros por su lucha contra las injusticias
sociales como la discriminación de este sector de la población y la doble discriminación
que sufren las indígenas por sus condiciones de pobreza y por ser mujeres, por
eso mismo creo que merece ser mencionada en esta primera entrada y conseguir
así que todos conozcamos un poco más sobre su vida y sus aportaciones.
Marta Alonso, 2º de Integración Social.