¿Qué como era cuando yo estudiaba la ESO? Bien,
de lo poco que se de la prehistoria es que estaba todo lleno de bichos y que el
taparrabos era lo más entre los it boy del momento. Si ni siquiera se llamaba
ESO…En fin, esperad que haga memoria a ver si me acuerdo.
Cuando
yo estudiaba ESO lo primero que recuerdo es que la gente no venía tan guapa a
clase, la prenda oficial era el chandal fosforito…¿cómo? ¿no lo conocéis? Pues
imaginaros los dos o tres colores mas chillones que podáis y mezcladlos…cuando
entrábamos a clase parecíamos una de esas maquinas de bolas de colores, todos apretujaditos.
Vamos que más podría no se podía ser. Buscábamos, mas que otra cosa, la
comodidad para pasar lo mejor posible esas seis horas lo que nos hacia
competentes en funcionalidad…y especialistas en horteradas.
Todas
las mañana me levantaba al oir sonar mi móvil…”Dani hijo despierta que vas a
llegar tarde”, me dormí. En modo zombie tipo Walking Death, me duchaba,
desayunaba y me iba para clase. Cada dia lo mismo, mates, lengua, física,
historia, antes no había que hacer un master para elegir asignaturas y aún asi
estaba mas perdido y aburrido que la Esteban en una biblioteca. Los profes no
ayudaban demasiado contando siempre la misma historia de la misma manera, y nada
de hablar o distraerse que enseguida cargaban al supercapón sorpresil por la
espalda (Algún día te los devolveré Don Mariano) Encima creo
que el profe mas joven que tuve tendría unos 150 años mas o menos. Nada que ver
con los profes de ahora.
Menos mal que al menos estaba ella,
Maria del Carmen, la repetidora de dos mesas mas atrás, una adelantada a su
tiempo que no iba con chandal a clase. El verdadero motivo que me permitió superar
y aprobar cada curso para llegar al final a lo que realmente quería hacer. Es
como cuando juegas al Candy Crush, para llegar al nivel 132 tienes que pasar
por los 131 niveles anteriores. Supongo que, como a mi me pasaba, con esa edad
la mayoría de las personas no tienen ni idea de lo que queremos hacer con
nuestra vida, bueno quizá tener una cuenta en Suiza y un macho o hembra made in
Mujeres, hombres y viceversa, pero incluso para eso hay que estar preparado y
tener ciertos conocimientos básicos. En mi caso fue un medio para alcanzar un
fin que de verdad quería conseguir.
Desde mi punto de vista, él de
un alumno de 37 años, es decir, alguien que conoce como eran las clases hace 25
años y puede compararlas con como son ahora, hoy muchas tardes tengo la
sensación de estar en el plató de Salvame de Luxe en vez de en clase. Y es que,
si los profes han cambiado, los alumnos son un nueva especie que podríamos
llamar Homo Hiperactivicus. Se trata esta de una especie de alumno mucho mas
evolucionada que el anterior Homo Sapiens, que ha desarrollado la capacidad de
hablar como una metralleta, a discreción y por intervalos de tiempo ilimitados,
vamos que no se calla ni debajo del agua, con los pulgares superdesarrollados
como resultado del constante uso de las TIC, y que necesita dosis periódicas de
monóxido de carbono, aproximadamente cada 45-50 minutos, para evitar un fallo
orgánico.
Aún
con todo y salvando la lógica nostalgia de épocas más sencillas y despreocupadas,
tengo que decir que me quedo con lo de hoy, pues aunque solo sea por la verdad
que significa que “el saber no ocupa lugar”, sin sombra de duda alguna,
recomiendo disfrutar de la experiencia de formarse a todo el mundo. La mente
del ser humano, ya sea Homo Sapiens u Homo Hiperactivus, es en proporción, un
lugar mas grande que el propio universo, por lo que si no lo llenamos de
conocimientos y experiencias…cuanto espacio desaprovechado.
Daniel
Montañés.
Alumno 1º Animación Sociocultural y Turística