“Adopta
un Abuelo”
“Porque
ellos valen, ellos pueden y ellos merecen”
Bernardo
Cea camina apoyando sus 88 años en la empuñadura de un bastón de madera con
forma de cabeza de pájaro. El brazo libre lo coge Alberto Cabanes, un joven que
conoció en Andamac, una residencia de Ciudad Real en la
que vive hace cuatro años. Coincidieron porque Cabanes visitaba a su abuelo, que falleció hace casi
un año. La Navidad del 2013 Bernardo le pidió a los Reyes Magos un nieto y
Alberto cumplió su deseo. Lo “adoptó” y decidió propagar su acción hasta
convertirla en una fundación: “Adopta
un Abuelo”. Este año un centenar de mayores, en su mayoría sin
familia directa, tendrán “nietos”.
Bernardo
está orgulloso de lo que ha logrado su “nieto”. Le cuesta creer que él haya
sido el inspirador de una idea tan bonita. “Yo, que no tengo estudios”, dice
sorprendido.
Dicen
que esta vida pone a todo el mundo en su lugar, sobre todo cuando se habla de
alguien que no ha sido bueno o no se ha comportado de la mejor manera posible,
pero si esto fuera así realmente, la residencia ¿Es el lugar que la vida ha
puesto a Bernardo en su camino?
Generalizando,
el colectivo de personas mayores es un sector de la población al cual se le
presta menos atención y en ocasiones puede pasar a un segundo plano.
“Los
abuelos” considerados como “segundos padres”, se pasan toda la vida cuidando de
sus hijos, y de sus nietos, llegando incluso a olvidarse del cuidado y atención
propios. Podríamos decir que son capaces de dar todo sin recibir nada a cambio.
Me
ha emocionado esta noticia y sobre todo lo que conlleva, porque me parece una
fantástica idea el hecho de poder adoptar a una persona y poder hacerla feliz
los últimos años de su vida. No solamente necesitan cariño, atención y ayuda
los niños huérfanos, los niños de África, las personas sin hogar, etc… También
carecen de ello las personas mayores que acaban su última etapa de vida en una
residencia apartados del calor familiar que todas las personas necesitamos.
Imaginemos
lo que sería tener una vida como la de este hombre, o como la de muchas
personas ancianas. Independientemente de lo bien que los profesionales hagan su
trabajo tanto en su residencia como en las demás, el cómo le cuiden, le laven,
le den de comer o le hablen no es tan importante como pedir un abrazo, un beso
o una acaricia y que nadie pueda dárselo. ¿Nos gustaría a nosotros sentir que
eso no lo tenemos cuando más lo echamos en falta? Sin hablar de que muchas de
estas personas han pasado toda su vida junto a “un/a compañero de batallas”, y
que por circunstancias tienen que aprender a vivir sin él/ella, y esto sumado a
convivir con personas que probablemente no les sean de su agrado y en un hogar
el cual no es el tuyo, en algunos casos puede aumentar la tristeza.
Creo
que le la creación de esta fundación para buscar “nietos” para estos “abuelos”
es una de las ideas más bonitas que he escuchado nunca.
“Adoptemos a una persona y
llenémosla de vida, de alegría, y de experiencias inolvidables
independientemente de su edad, de su estado y de su circunstancia”