¡Hola, queridos
lectores!
Tras finalizar
los exámenes y el estrés provocado por los últimos días de curso, vamos a
recopilar aquí la grata experiencia que vivimos los alumnos de 1º de
Integración Social y de Animación Sociocultural y Turística del IES “El Greco”.
Todo comenzó cuando nos
explicaron en clase que cada martes y jueves, visitaríamos el Centro Público de
Educación Especial “Ciudad de Toledo” para amenizar durante el tiempo de recreo
a los usuarios de dicho centro. En él, se realizan diferentes actividades para
conseguir objetivos referentes a hábitos saludables a
nivel social, psicomotor y comunicativo.
“Ciudad de Toledo” escolariza
alumnos con edades comprendidas entre los cuatro y los 21 años. Éstos presentan discapacidad intelectual y, muchos de
ellos, plurideficiencias. Dicho esto, añadir que lamentablemente no
pudimos disfrutar de la compañía de todos los alumnos, dado a que algunos de
ellos, debido a sus características, no podían realizar las actividades
planteadas por nuestros compañeros.
A
partir de aquí, nos dieron la oportunidad de elegir a qué
grupo preferíamos
realizarles las actividades, siendo éstos personas con diferentes niveles de autonomía. Por ello, éstas debían estar adaptadas para
cada grupo. Al principio, no sabíamos en qué condiciones debíamos realizar las
actividades, cuáles iban a servirnos, en cuáles de ellas los usuarios estarían
más participativos, disfrutarían más,…
Pero
más tarde, nos decidimos por unas cinco, siendo éste número una cantidad
suficiente para que cada componente de nuestro grupo pudiera explicar y
realizar cada actividad, mientras los demás ayudaban a los usuarios en
cualquier problemática que pudieran tener. (No siendo el caso).
En concreto, en nuestro grupo de
1º de Integración Social estábamos dubitativos sobre lo que pasaría, debido a
que no sabíamos cómo iban a reaccionar los alumnos ni nosotros, ya que no
habíamos tenido una oportunidad tan grande como la que se nos estaba
ofreciendo.
Llegamos al Colegio, y esperamos
al resto de compañeros y a las profesoras que nos acompañaban. Nada más entrar,
nos recibieron con una grata bienvenida, sintiéndonos desde el primer momento
como en casa. Nos dirigimos al patio, donde los alumnos se despejaban y
disfrutaban su tiempo libre.
Nos dimos cuenta que a pesar de
que la sociedad los considere “diferentes”, nosotros, tras lo estudiado, vimos
que ellos disfrutaban a su modo, corriendo de un lado para otro, jugando a la
pelota, al pilla pilla,… y aclaramos que el término diferente es muy amplio,
sin tener por ello que acompañarlo de prejuicios.
Mientras filosofábamos sobre este
concepto, apareció nuestro grupo, personas con un bajo nivel de autonomía, aunque
la experiencia nos hizo darnos cuenta de que nada de eso; por lo menos así lo percibíamos
nosotros: únicamente necesitaban nuestro apoyo para mantenerse concentrados en
su papel.
En la realización de nuestras
actividades, todos nos involucramos al máximo, sintiendo pasión por lo que
estábamos realizando, volvimos a nuestra niñez, y a apartar materialismos,
problemas, complejos y muchísimos términos que hoy día la sociedad considera
prioritarios.
Por un periodo de tiempo,
únicamente sentimos felicidad, con tan solo dar palmas, hacer gestos o
trasladar una pelota de un punto a otro. ¡Es asombroso el cambio de mentalidad
que te hacen realizar en tan poco tiempo! Decir y resaltar que es el cambio que
ellos merecen, y que nosotros debemos, o estamos obligados mejor dicho, a
realizar. Ante todo, son personas, como nosotros, es algo obvio, ¿verdad?, pues
dirijámonos a la práctica.
Llegado el
momento de realizarlas, los alumnos del centro se mostraron curiosos e
impacientes de comenzar el juego, así como también una buena predisposición a
realizarlas, exceptuando algunos casos en los que se negaban a participar en un
principio, pero viendo más tarde la diversión de sus compañeros, decidieron
"probar" con aquella novedad. Antes de la realización de éstas, se
les explicó cómo se llamaba el juego, qué había que hacer y qué tenía que
realizar cada uno de ellos, no haciendo falta repetir más de una vez la explicación
ante el rápido entendimiento de los alumnos.
El apoyo proporcionado por nuestra parte hacia los alumnos, tenía como finalidad principal que no se distrajeran durante el juego y se centraran en su papel en aquel momento, ya que querían abarcar todo ellos solos.
Finalizando todas las actividades planificadas en 40 minutos, que fueron considerados segundos, llegó la hora de despedirse, la parte triste de aquella mañana tan divertida.
Los alumnos con
los que realizamos los juegos, nos dieron las gracias una y otra vez por el
momento ofrecido, incluso más de uno nos dieron un abrazo junto con un
"tenéis que volver". Unos se fueron para clase con prisas debido a la
timidez, pero otros se quedaron con aquellas sonrisas que iluminaban mientras
se despedían de todos nosotros y pedían a sus profesoras repetir lo que acababa
de suceder.
En cuanto a nuestra parte, pese a sentirnos en un principio inseguros de poder hacerlo bien y con nervios, conseguimos sentirnos como en casa por aquel recibimiento, saliendo del centro con una sonrisa de par en par, y unas emociones y sentimientos resaltados de alegría, amor, cariño y paz entre muchos otros. Desde nuestro punto de vista, el sentimiento que más primó fue el de tristeza al marcharnos, ya que hubiéramos querido pasar allí horas y horas. Nos consta que fue muy divertido para ellos y muy satisfactorio para nosotros.
La práctica no fue comparable a
lo estudiado en los libros, aunque bien es cierto que dicha actividad nos hizo
ejecutar lo visto en clase en lo referido a nuestro trabajo, si diéramos
nuestros servicios en un centro como el mencionado anteriormente; cómo
reaccionar ante determinadas situaciones, la resolución de problemas, el trato
a ofrecer,…
En la teoría no
podemos observar nada sobre todo lo que nos pueden ofrecer a nivel personal.
Son personas que nos demostraron muchísimo en muy pocos minutos. Los
sentimientos antes nombrados no definen en una palabra todo lo que nosotros
sentimos con los hechos. Prima entre ellos el agradecimiento, la superación, la
alegría que derrochan con cada sonrisa,… como decimos, hay que vivir esos
momentos para saber qué tan grande pueda ser la satisfacción que sintamos por
compartir un instante con ellos.
Añadir que, por
supuesto, es una experiencia que nos hará descubrir la maravillosa esencia que
se esconde detrás de ellos, dejando a un lado de una vez por todas los muchísimos
prejuicios a los que están sometidos, sin argumento, hemos de añadir.
Queríamos
agradecer al centro por acogernos cada martes y jueves por la mañana; a los
alumnos, por ser como son con esa alegría que contagian a cualquiera; y pedir a
nuestros profesores, por favor, que el próximo año volvamos, esta vez con
nuevos juegos, más fuerza, más seguridad y más ganas de compartir nuestro
tiempo y experiencia con cada uno de ellos.